Un año después del 20 de abril de 2010, cuando la plataforma "Deepwater Horizon" se desplomó sobre el pozo explotado por BP a 1.500 metros de profundidad, ni la economía de la zona ni el maltratado ecosistema se han librado de la sombra del desastre.
"Si bien hemos logrado progresos significativos, la tarea no se ha completado", admitió hoy el presidente Obama, quien subrayó que el vertido "afectó a la vida de millones de personas, desde los pescadores locales a los restaurantes, hoteles y otras empresas pequeñas en toda la región".
Durante los 87 días que duró la odisea para frenar el desastre, el mundo asistió al flujo incontrolado de 4,9 millones de barriles de crudo a las aguas del golfo de México, mientras los esfuerzos para taponar el pozo fallaban una y otra vez.
Meses después, los frentes abiertos del vertido están lejos de cerrarse y el alcance total de la catástrofe sigue siendo inabarcable, pero EEUU mantiene su empeño en asegurarse de que BP y las otras partes responsables "rindan cuentas por los daños que han hecho y las pérdidas que causaron", como aseguró hoy Obama.
Para ello, su Gobierno ultima los trámites legales del juicio federal contra BP, previsto para febrero de 2012 y por el que la petrolera se enfrenta a sumas de hasta 21.000 millones de dólares.
Miles de afectados se agolpaban frente al tribunal federal de Nueva Orleans para sumarse, antes de que concluya hoy el plazo, a la querella federal presentada el pasado diciembre y apoyada por 800 individuos y por los estados de Alabama y Luisiana.
Florida, en cambio, no se unirá a esa demanda y negociará directamente los daños con BP, según anunció hoy su gobernador, Rick Scott.
Multa del Gobierno
La multa que imponga el Gobierno depende además de la investigación federal sobre las causas del accidente, cuyo informe final apuntó a un cúmulo de errores de BP y sus dos principales empresas subcontratadas, Halliburton y Transocean, además de a un conjunto de "fallos sistemáticos" de la industria petrolera.
Desde que Obama levantó la moratoria a las perforaciones petroleras en octubre se han concedido diez nuevos permisos para reanudar la exploración de crudo en las aguas profundas del Golfo.
Esas puertas se han abierto mediante un nuevo proceso que, según el Gobierno, permite revisar las regulaciones de seguridad de las compañías petroleras de forma mucho más estricta y teniendo en cuenta los fallos que condujeron al desastre de abril de 2010.
Doce meses después son muchas las encuestas que señalan que los estadounidenses vuelven a querer bañarse en las playas de Florida, Misisipi o Luisiana, y que confían cada vez más en el marisco de la zona.
Pero el desastre no ha terminado para unos 130.000 pescadores y empresarios locales, que esperan aún la indemnización de BP a sus enormes pérdidas en forma de cheques que no terminan de llegar.
El fondo de 20.000 millones de dólares dispuesto por la petrolera sí ha beneficiado, en cambio, a unos pocos afortunados, conocidos ya en la zona como "spillionaires" o millonarios del vertido, que han absorbido sumas exorbitadas aprovechando la mano abierta de BP.
La estrategia del Gobierno para asegurar que no volverá a haber un desastre similar no es infalible, como recuerda la comunidad científica, preocupada por la posibilidad de que pueda haber fugas en los más de 3.000 pozos abandonados bajo la superficie marina y que el Gobierno clasifica como activos.
La inevitable lentitud a la hora de examinar todas las especies del Golfo y el hecho de que el vertido se produjera en aguas profundas pueden dejar sin respuesta durante décadas la mayoría de los interrogantes científicos.
Si bien el Gobierno declaró en noviembre que tres cuartas partes del crudo han desaparecido de las aguas, los científicos recuerdan que gran parte fue consumida por microbios que siguen habitando en el Golfo y que otra porción permanece enterrada en el subsuelo marino y tardará aún años en aparecer en las playas.
Aunque la imagen de los pelícanos con sus alas teñidas de negro ha desaparecido y sólo 2.500 kilómetros cuadrados siguen cerrados a la pesca, las ostras de las marismas siguen sin lograr recuperarse, y las playas reciben aún cadáveres de delfines y tortugas.
Esas secuelas demuestran, en palabras del científico especializado en el vertido Christopher Reddy, que este primer aniversario no es "un día para la ciencia" sino, al menos por el momento, un día "de reflexión y luto".
No hay comentarios:
Publicar un comentario